Travel with a small suitcase
Viajar con una maleta
Creí que nunca lo lograría a la hora de tomar un avión. Pasó mucho tiempo, pero por fin lo conseguí. Además de ir ligero de peso, no facturo, algo que jamás pensaba iba a ocurrirme. La novia que más me quiso, y sin duda más me soportó, me solía repetir: “no sabes el tiempo que te ahorras si no facturas en los aeropuertos. Además de sorpresas, porque puede llegar tu maleta rota a la cinta de recogida”.
Moverse con una sola valija de un lado para otro es difícil al principio, porque se ha de incluir lo estrictamente necesario: un par de pantalones, dos camisas, un par de zapatos, ropa interior y el neceser con los productos de aseo –eso sí, con artículos de tamaño mini, que pasen el control–. Me valgo de mi trolley Loewe by J.W. Anderson, en piel negra, y que siempre protejo con una funda, también de color negro. Ha visto medio mundo, multitud de hoteles candidatos y premiados por los Villégiature, y otro medio que le queda aún por ver.
No ha de ser un viaje de más de tres días, por aquello de que en poco espacio no cabe mucho: eso solo ocurre en los libros y sobre todo en los iPhones. ¿Y si me obsequian algún vino, aceite o licor antes de tomar mi vuelo de regreso? Si voy acompañado, se la encajo sonriente, con un “te debo una”, a la persona, casi siempre amiga. Si no, dejo la preciada botella en la habitación de mi hotel, para el deleite de quien se encarga de hacer el cuarto, con la nota “Enjoy!”
Y a seguir empujando de trolley…
p.s.: Berluti, Chanel, Hermès, Loro Piana… Cada vez más firmas de lujo crean maletas de cabina. Para viajar de un modo chic.
Abraham de Amézaga